Se trata de aquel sibilino conjunto de límites íntimos, tácitamente aceptados, que la persona acaba por confundir con el marco ajustado a sus propios problemas, a su sitio en la vida, fuera del cual deviene excepción la toma de iniciativas.
Sabido es que cuando se abandona el camino más frecuentado suelen aparecer grandes extensiones de territorio virgen susceptibles de ser exploradas.
Tampoco hace falta ir muy lejos. Basta con desmontar los falsos andamiajes (zona de confort) sobre los que uno ha montado su existencia y decidirse a transitar por zonas ajenas a los itinerarios habituales.
El coaching, a través de un proceso que no suele requerir más allá de seis meses, resulta muy eficaz para superar la resistencia al cambio y vislumbrar nuevos horizontes.
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