viernes, 5 de agosto de 2011

UN CÓMPLICE DE BOLSILLO

Nos pondríamos fácilmente de acuerdo sobre la gran dificultad que supone tener ideas, puesto que parece que disfrutan viniendo cuando les apetece y nunca cuando las llamamos.
¿Cuántas veces nos rompemos la cabeza para tratar de recuperar lo que nos pareció poco menos que la panacea universal pero se resiste de manera recalcitrante a volver a visitarnos?.¿Cuántas frustraciones inútiles hemos coleccionado por este motivo?.

Quien diga que no, tiene dos opciones: dejar de leer o sincerarse. O, mejor aun: salir corriendo a comprarse una GRABADORA.

Comprobará que mas que registrar, CAPTURA las ideas en cuanto brotan, con todo lujo de detalles y matices lo que permite evocar una y mil veces la circunstancia original de cada registro: vuelve al pasado, lo convierte en presente y lo revive con total intensidad.

Un pensamiento y sus derivadas naturales acuden en fracciones de segundo. La autonomía del artilugio es, comparativamente, ilimitada, circunstancia que convierte al usuario en alguien muy poderoso, porque deja de sufrir por las ideas que se volatilizan.

Además, permite el contraste sosegado, de manera que tal vez aquel elemento que parecía definitivo no nos sirve y, en cambio, el comentario de insignificante apariencia deviene la base de un proyecto vigoroso, de manera que podrá ir sedimentando pensamientos que con el paso del tiempo pueden adquirir gran solera, hasta recuperar algunos hilos de su propia percepción con los que confeccionar nuevas piezas comunicativas.

Permítanme unas elementales indicaciones para su mejor aprovechamiento:

- Háblele tal como piensa, pausadamente
- Suelte las ideas a granel
- Olvídese del estilo
- No redacte
- Despache con ella regularmente

¡¡¡Descubrirá la mejor de las complicidades, con una inversión insignificante!!!

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