Hace unos días, hablando con Toni, mi banquero de cabecera, con quien habíamos convenido una reunión para tratar de mis maltrechas finanzas, caimos en la cuenta del error que solemos cometer con respecto al liderazgo: esperar y lamentarnos.
¿Por qué esperar un líder?
Pero, esperar ¿a qué?. Supusimos que a que apareciese la figura de aquel carismàtico personaje, curtido en mil batallas capaz de encontrar la solución a todos nuestros males. Y lamentarnos ¿de qué?. De que nadie tome las riendas de la situación. Y asi fue como recordamos que la panacea es cosa de la mitología y que lo que toca es responsabilizarse, erigiéndose cada uno en microlíder de su propia parcela. En definitiva que cada cual analice y vea qué, a quienes y cómo puede liderar y se aplique a ello con ahínco, olvidándose de todo lo demás.
Se tu propio microlider
Quizás te preguntes qué ingredientes hacen falta y verás que con uno basta: la CONVICCIÓN
martes, 12 de julio de 2011
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